adonato me llaman por gracia de mi abuelo, a quien le
gustaban las novelas de terror de un famoso escritor de europa del este del
sigo XVIII, el cual se hacía nombrar Adonai. Continuando con mi presentación, estoy
estudiando 4º de la ESO en el instituto Ferrer i Guardia de Benimaclet, un
barrio de Valencia, un suburbio de los chungos de verdaD.
todo el mundo cuando se describe, suele considerarse como más
o menos normal, así que no voy a ser yo uno menos: voy al insti, no hago
siempre los deberes, y por las tardes salgo con los amigos a dar una vuelta,
cuando no estoy en alguna de las clases del Conservatorio de Velluters donde
estudio el clarinetE.
¿o tal vez no soy tan normal? Muchas veces me miro en el
espejo, y me pregunto quién soy. En el instituto me pegan, y me insultan, y
muchas veces me excluyen de los grupos. Supongo que sufro lo que ahora se
denomina "bullyng". Ayer mismo, el Pestun (un chico de mi clase que
es conocido por sus apestosos pedos de chorizo) vino enrabietado hacia mi, como
si quisiera matarme, tan solo después de que le llamara. Menos mal, que estaba
el Pino (otro compi de clase, que este es amigo) y se puso en medio para
defenderme, porque sino hubiera quedado tan desgraciado como un chico de 1ro de
bachiller que le rebentó un cohete en la cara. Pobre chaval, desde pequeño que
le llamamos el patata, por su forma física; pero después de este incidente,
propuse un cambio… Me planté en mitad del patio, y le llamé patata frita (ya
sabéis, por la quemadura del cohete jajaja). En fin, prosigamoS.
nunca en mis 16 añitos de vida he estado tan acojonado. El día
que le conté a mi madre que me pegaban en el colegio, se echó a llorar. Os puede
parecer que soy un niñito de mama, y que no me atrevo a contárselo a mi padre,
pero os tengo que decir que nos abandonó cuando tenía 5 años. Según me cuenta
mi madre, un domingo 28 de diciembre (siempre me cuenta la fecha exacta, por la
rabia que le produce desde entonces) envió a mi padre a comprar el pan para
comer un poco con la paella de conejo y verduras de los domingos, pero nunca
volvió. Desde entonces, mi madre sigue atascada en el 2008… y por mucho que
intento ayudarla, no consigue cambiar el chiP.
trató de ayudarme, llevándome a clases de karate, para que
me enseñasen defensa personal. Me miraba en el espejo y no conseguia ver un luchador
nato en mi, tan solo un chico delgaducho y asustadizo. Aunque por otra parte,
también tengo que decir que las clases a mí no me convencían, sobre todo cuando
el profesor que las impartía parecía una copia barata del Jackie Chan. La
verdad es que tenía una cara muy graciosa. Cuando le observaba en las clases
mientras hacía volteretas y patadas voladoras, pensaba en cómo tan gran cabezón
podía mantenerse encima de su cuello, con una forma aplanada que se parecía más
a una calabaza del huerto de mi abuelo andaluz, que a lo que llaman cráneo en
HousE.
- - atención, que viene el Shin Chan de Hallowen!-
exclamé en voz alta cuando nuestro profesor de karate estaba entrando en la
aula. Tal vez me equivoqué diciendo eso a mis compañeros, los cuales se ve que tenían
en un pedestal al maestro, pero fue algo que no pude resistir; lo mejor fue la
muletilla de Hallowen (por la calabaza, ¿lo pilláis?) Por tanto (después de una
llamada a mi casa ese día), hasta ahí llegué con mis clases de defensa personal
para aprender a luchaR.
desesperados mi madre y yo, por conseguir que pasara una época
en el instituto con menos ostias por parte de mis compañeros de aula,
recurrimos a hablar con el Daddy, o sea perdón, el director del Ferrer i
Guardia. Cuando habló con mi madre, le consiguió cambiar la cara por completo.
Pasó de estar triste a furiosa, en menos que canta un gallo. ¿Qué le podría
estar contando? Tan solo conseguía verles a través del cristal de secretaria,
lo cual me hacía bastante complicado poder escuchar algo de su conversación. De
pronto mi madre empezó a echarme miradas a través de los cristales a modo
furtivo. No sé qué le estaban contando, pero debía hacer ya un boicoT.
otra profesora entró en el despacho del director, y se puso
a hablar con ellos. No podía irme peor en la vida. Por una parte, me cascaban
la gente de mi edad y ahora por la otra parte mi único apoyo que me defendía
siempre, se estaba tambaleando a ante mis narices por culpa del Daddy y la
profesora de filosofía. Pasados unos minutos, terminaron de charlar y salieron
fuera con un espejo en mano y con el gesto de haber descubierto un pastel
oculto de manzanA.
- - sabes cuál es tu problema de verdad?-dijo la
profesora de filosofía buscando la realidaD.
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